Las 1599 personas defensoras de derechos humanos, líderes y lideresas sociales asesinados entre 2002 y septiembre de 2023 no son solo cifras vacías. Cada una de esas personas era una historia, con sus experiencias, su familia, vínculos sociales, comunitarios y organizativos, sus sueños y proyectos. En el 86.6% de esos casos permanecen en la impunidad, pues no ha habido sentencias condenatorias contra quienes fueron responsables de esos hechos, lo que conlleva una perpetuación del dolor para sus familiares y personas cercanas ante la ausencia de justicia.
Los procesos organizativos de los que hacían parte, las comunidades por quienes trabajaban, sus familias: padres, madres, hermanxs, hijxs, parejas, sufren cada una de estas pérdidas. Son golpes de los que difícilmente se recuperan, porque afectan en lo personal, pero también en el sustento, en el apoyo familiar, en la complicidad. La pérdida también se siente en la posibilidad de orientar la lucha por los derechos y por la vida digna, con la ausencia de quienes fueron referentes, de quienes lograron organizar a sus comunidades. El miedo se mete en el cuerpo, la tristeza se extiende en el territorio y la comunidad.
Con Historias Inconclusas hemos querido mostrar quiénes eran esas personas detrás de las cifras, como un ejercicio de memoria y reivindicación de las apuestas que lideraban. Por ello, le pedimos a familiares y personas cercanas de algunos de esos liderazgos sociales que escribieran una carta donde recogieran reflexiones, sentimientos o mensajes que quisieran transmitir a la sociedad sobre esas personas. Álex, Katerine, Maru y Richard escriben para recordar a William, Marco, Emilsen y Joel. Son cartas llenas de emoción, de reivindicación y de persistencia, que nos acercan a esos liderazgos, a lo que fueron, y que nos los traen al presente. Porque todas esas personas, cuyas vidas segaron, permanecen en la memoria de quienes las conocieron, sus sueños y luchas siguen vivos. Estas son solo cuatro voces, de las miles de personas que siguen buscando justicia. Las recordamos para que su luz no se apague, para que sigan iluminando el caminar de las personas defensoras y liderazgos sociales.
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